#017 Convirtiéndome en adulto un día a la vez

A veces ser adulto se siente como abrir una aplicación nueva sin tutorial: botones por todos lados, notificaciones misteriosas y un popup de “¿Quieres actualizar ahora?” cuando apenas aprendiste a usar la versión anterior.

Esta semana he pensado mucho en lo absurdo y tierno que es el “adulting”. No hablo de las cosas como pagar impuestos o renegociar el alquiler (aunque eso también), sino de los pequeños gestos que a los 6 años parecían aburridísimos y ahora me hacen sentir como la CEO de mi propia vida: tener la nevera con frutas o cambiar las sábanas sin que nadie me lo recuerde.

Ser adulto, descubrí, no es un estado final. Es más bien como una aplicación que se va actualizando sola con updates que no pediste pero que aprendes a querer.

Libros que leí

“El Consentimiento” – Vanessa Springora

Vanessa Springora, editora y escritora francesa, relata cómo fue manipulada y abusada en su adolescencia por un reconocido escritor mucho mayor, mientras el mundo literario (y cultural) miraba hacia otro lado. No es solo una historia personal, es una denuncia que sacudió a los intelectuales franceses. Leerlo es enfrentarse a la pregunta incómoda: ¿cuántas veces hemos confundido poder con admiración? Un libro que no se olvida y que incomoda… como debe.

“Antes de que se enfríe el café” – Toshikazu Kawaguchi

En un pequeño café de Tokio, los clientes pueden viajar al pasado bajo estrictas reglas: deben sentarse en una silla concreta, no moverse del lugar y regresar antes de que el café se enfríe. A través de cuatro historias entrelazadas: una mujer que quiere enfrentar a su exnovio, una esposa enferma que anhela una última charla, una hermana que busca reconciliación y una madre que desea conocer a su hija. Es una reflexión tierna y melancólica sobre el amor, la pérdida y las segundas oportunidades.

Recetas Que Probé

Lo admito: cuando escuché “waffle de pollo” pensé “que raro”. Pero mi tía envió unos a casa y fue amor inmediato. Son fáciles, rápidos y con ingredientes que seguro ya tienes en casa. Lo mejor es que funcionan tanto como desayuno raro, cena express o snack reconfortante. Me obsesioné tanto que no solo pedí la receta… ahora también te la paso a ti porque esto no puede ser un secreto.

Imagínate un bocado donde el frescor del cilantro y la menta se encuentra con la chispa ácida del limón y la intensidad de la cebolla encurtida. Es una explosión de contrastes que no compiten, sino que bailan juntos. Cada albóndiga se siente como un mini festival de sabores, vibrante y alegre, que te hace querer repetir sin culpa.

Planes y Experiencias

  • Empecé mi ritual anual de ver Gilmore Girls. Cada septiembre, como reloj, vuelvo a Stars Hollow. Lo mágico es que cada año entiendo un chiste nuevo y me lloro por otro detalle. ¿Adultez? Es aceptar que ahora te identificas más con Emily que con Rory.

  • Hice meal prep. Siempre me pasa lo mismo: amanezco, hago mil cosas y de repente ya es mediodía sin haber desayunado. Así que llené el congelador con varias opciones listas. La magia es que mientras salgo a pasear a mis perras, dejo algo descongelando y regreso con desayuno casi resuelto. Un pequeño truco que me hace sentir que tengo mi vida en orden.

Hallazgos Variados

  • Serie: Devil in the Family: The Fall of Ruby Franke. Hace poco te hablé de The House of My Mother: A Daughter's Quest for Freedom, y desde entonces no he podido soltar este tema. Este documental me enganchó: no solo expone la fachada perfecta de la familia Franke, también muestra material inédito de cientos de horas nunca publicadas. Es incómodo, doloroso y, al mismo tiempo, imposible de dejar de ver.

  • Objeto tonto que amo: Mi nueva taza. ¿Cómo no iba a tener una taza de Luke’s Diner? B resolvió ese problema y ahora tengo mi taza favorita.

Creo que nadie se convierte en adulto de golpe. Más bien vamos desbloqueando niveles como en Mario Kart.

Hoy pago mis cuentas, mañana llamo al médico, y en el próximo nivel, quizá aprenda a cocinar sin hacer tanto desastre.

Favorito Destacado

No reaccionar

Mi lámpara favorita terminó en pedacitos porque tropecé con ella al cerrar la puerta del balcón. Antes, eso habría sido el inicio de un drama personal: autocrítica, enojo y culpa por ser tan distraída. Esta vez fue distinto. Respiré, recogí los pedazos, escuché a B decir “todo está bien” y lo creí. No hubo tormenta, solo calma. Después, busqué la lámpara y la pedí otra vez. Me di cuenta de que crecer a veces es eso: aprender a no reaccionar de más ante lo inevitable, dejar que las cosas sean solo eso… cosas.

¿Cuál fue el momento más random en el que dijiste: wow, estoy siendo adulto?

Al final, creo que ser adulto no es dejar de ser niño, sino aprender a cuidar de ese niño y de la versión futura de ti al mismo tiempo.

salu2,

A.